domingo, 28 de julio de 2013

Pincho de relleno


El relleno es un embutido hecho como la morcilla, pero sin sangre, entripado en intestino de vaca. Se hace, que sepamos, en la montaña de Navarra, en la de Murcia y en la de Granada. Cada cual a su manera (con huevos, patatas, arroz, tocino, miga de pan remojado...). Hoy probamos el relleno navarro, de huevo, arroz y tocino, por gentileza de nuestro amigo Toni.






Disponemos unos panecillos que abrimos por  mitad, dejando la parte de arriba para otro pincho...





... y tomamos el relleno...




... que cortamos en rodajas como de un dedo de grosor.





Pasamos por la plancha los medios panes, y el relleno con una gotita de aceite justo debajo, vuelta y vuelta para que tome color y le suba el sabor.





Lo presentamos sujeto con un palillo de pinchos corto.

Espero que os guste.






Vainas cocidas con patatas




Plato fácil, sencillo y sabroso, pero que requiere de su minuciosidad, como todo lo que se hace al debido modo.





Ponemos agua a hervir con una cucharada de sal. Mientras arranca el hervor, troceamos las vainas (o alubias verdes), y quitamos las puntas y los hilos de los lados.




Las lavamos en agua con un chorrito de vinagre, escurrimos y las ponemos a hervir.




Dependiendo del gusto por el amargo de las verduras, las dejamos hervir de cinco a diez minutos. Con diez, menos amargo.




Preparamos un bol con agua fría y unos cubos de hielo...




... y echamos las vainas, ya cocidas, para que recuperen textura, queden más prietas y mantengan el sabor.




En el mismo agua cocemos unas patatas que hemos partido en trozos cómodos para la ingestión.




Escurrimos las vainas una vez bien frías, y dejamos que vayan recuperando temperatura para acercarse a la del ambiente.




Cocidas las patatas (a, más, o menos, un cuarto de hora de cocción, y previo comprobar con el canto de la cuchara que se parten fácilmente), las pasamos al escurridor para que pierdan temperatura y se acerquen a la del ambiente.





Emplatamos, y echamos unas gotas de vinagre y un chorrito de aceite de olivas. Nada más.




Espero que os guste.


domingo, 14 de julio de 2013

Gazpacho andaluz con un toque


Verano, Andalucía, España, Gazpacho... todo distinto y todo uno. Esencias encerradas en la flora y en la costumbre que explotan en una exhibición de hasta qué punto puede ser ubérrima la Madre Naturaleza, y la buena disposición con la que lo aprendieron nuestros antecesores. El gazpacho debería explicarse en las cátedras de Derecho Político y Teoría del Estado. A lo mejor, nos vendría muy humildemente bien; o sea: muy bien.






Hoy vamos a preparar un gazpacho con truco, para hacer más llevadera la digestión. Empezamos por los ingredientes tradicionales, en razón de preparar un litro de gazpacho: un pepino pequeño, un par de pimientos verdes, medio pimiento rojo, media docena de tomates, una cebolleta y un diente de ajo.




Troceamos las verduras y las llevamos al vaso de la batidora , con una copa de agua bien fría.




Bien triturado, lo pasamos por un colador de malla fina, para quitarle las pepitas y los pellejos, que nos molestarían al paladar, dándole buenas vueltas con una cuchara sopera para aprovechar bien los jugos y que caigan colados.




Ahora vienen los trucos: en vez de añadir pan seco de víspera, previamente remojado en agua, como es de tradición, añadiremos pan de molde, que nos viene muy bien para trabar la preparación, y añadiremos una manzana Golden, que nos suavizará el ajo y nos facilitará la digestión del pepino y el pimiento que, a veces, se arrebatan en la tripa y piden quórum toda la tarde.




Disponemos en el vaso de la batidora un poco del colado de las verduras, el pan reducido a pellizcos...




... y la manzana pelada, descorazonada y cortada a cachos.




Trituramos con energía -todo lo que da la batidora- y vamos añadiendo el colado de los jugos de las verduras, una cucharada de vinagre, dos de aceite, y una pulgarada de sal, hasta que nos quede una crema uniforme y apetitosa. Al espectador se lo dicen , al estéreo modo, el aroma y el aspecto:




Cortamos en dados un pan de víspera, debidamente seco, y desprovisto de la costra y picos...




... que freímos en aceite bien caliente y reservamos en un plato con una hoja de papel de cocina para que absorba el exceso de aceite, con lo que hacemos unos ricos picatostes...





Disponemos unos cuencos con los ingredientes troceados en bien pequeño (pimiento verde, pimiento rojo, tomate, cebolleta) y otro, con los picatostes. Ya está listo. Emplatamos en una copa y unos lebrillos para los tropezones.




Servimos con un tinto de verano (vino -una octava dulce, siete octavas, seco- en copa grande, mitad de vino y  mitad de gaseosa, y con medio limón partido en cuartos y tres o cuatro cubos de hielo)




Que sea de gusto. 

Anchoas albardadas



El bocarte es un pescado exquisito. En los mercados se conoce por boquerón o anchoa, indistintamente. Cuando se pone por un día, crudo, en vinagre y con una cama de cebolla, se llama siempre boquerón. Cuando se conserva en sal gorda, descabezado y destripado, por camas y con un peso por encima para que la sal lo encurta, se llama anchoa. En las demás preparaciones, se usan los dos nombres indistintamente.

Hoy preparamos unas anchoas -o boquerones- rebozados, o como se dice en todo el Cantábrico oriental, Castilla y Navarra, albardadas.





Disponemos unas anchoas bien frescas que Nuri, nuestra pescatera, nos ha servido ya limpias, descabezadas y desespinadas, des damos un último lavado y escurrimos al frío de la nevera para que nos queden los lomos bien firmes.




Disponemos un lebrillo con harina fina de trigo...




... y otro, con un huevo de gallina.




Batimos el huevo con una pizca de sal. Salamos y enharinamos las anchoas abiertas...




y, una vez enharinadas, las rebozamos en huevo.




Freímos por tandas, no más de dos minutos por cada lado, justo que tomen color.




Servimos inmediatamente.




Espero que os guste


Melón al melón



El melón, fruta de verano por excelencia, puede comerse de muchas maneras, pero la más sencilla es comerlo solo, reposado en si mismo y con el caldo de sus propios jugos.

La receta no puede ser más sencilla: Abrir un buen melón en su punto, quitarle las pepitas, vaciarlo haciendo bolitas con el vaciador, y dejarlo en reposo, tapado, en la nevera, por veinticuatro horas. Servir.



Espero que os guste

domingo, 7 de julio de 2013

Pincho de riñoncito asado





Debemos comenzar por pedir al carnicero riñones de cordero lechal y que no nos los limpie, sino que nos los sirva como le vienen, con su cápsula de grasa protectora.

Así, disponemos los riñones en una bandeja de horno, sin más.




Tras un cuarto de hora cumplido de horno a buena potencia, los riñones nos quedan asados en su propia grasa.




Con la ayuda de un cuchillo bien afilado y unas pinzas de cocina, tomamos cada riñón y lo desencapsulamos para liberarlo de la zona grasa y de la telilla de tejido conectivo que lo envuelve.




Abrimos lo riñones por mitad y retiramos el cáliz de la zona pélvica renal como ya hemos explicado en la receta de los riñones al jerez (ver).




Sacados los cálices, emparejamos las dos mitades del riñón...




... y ensartamos en un pincho.




Que sea de gusto.

Riñones al Jerez



Los riñones hay que comerlos de vez en cuando, sin abusar, y deben privarse de estas alegrías los reumáticos, los gotosos y demás enemistados con el ácido úrico. El resto, podemos seguir tirando.





Empecemos por un poco de anatomía: El riñón de los vertebrados tiene una forma característica que ya nos deja vislumbrar la parte más externa -la corteza- que es donde se produce la primera parte de la labor excretora de creatina, creatinina, urea y ácido úrico (las dos primeras, producto de la descomposición y digestión de productos de origen muscular -desde la necrosis de un infarto de miocardio hasta la digestión de un asado de puerco- y las dos segundas, de descomposición en procesos metabólicos). En esta zona están los glomérulos, y ésto se come. En la zona intermedia, están las pirámides de Malpighi, que constituyen la zona donde estos procesos excretores desaguan por túbulos en los que se produce la excreción y reabsorción de sodio, que es lo que mantiene el volumen de agua en el cuerpo en su debido punto. Esto se come. Por último, hacia el centro de la parte cóncava del riñón está el cáliz de la pelvis renal, que es donde desaguan los túbulos con la orina hacia el uréter. Pues bien, ésto último no se come. El riñón está envuelto por una capa de tejido conectivo (una telilla) que lo separa de una gruesa capa de grasa firme, que lo protege de cualquier lesión.

Se comen los riñones de todas las bestias comestibles, pero se prefieren la ternera y el cordero. Los de ternera llevan más trabajo porque para quitarle es sabor a orines hay que ponerlos dos horas en sal gorda, luego lavarlos bien, escaldarlos en agua con vinagre y empezar a guisar. Nosotros vamos a guisar riñones de cordero que siempre nos ahorrarán estos trances.

Sabido lo anterior, podemos empezar a cocinar:

Tomamos una cucharada de harina de trigo y la llevamos a la sartén antiadherente, en seco, que llevamos al fuego lento para que se vaya tostando.




Mientras se tuesta, disponemos dos copas de Jerez seco muy frío, una para el guiso y otra para aliviar el trabajo del cocinero.




Vigilamos la harina para que tome un poco de color, pero sin llegar a quemarse.




Vamos disponiendo los riñones de corderito que limpiamos retirando la telilla de tejido conectivo. Nos quedará un moño vascular y graso en el cáliz, que retiraremos.




Cuando la harina ha tomado el color de la arena añadimos un chorro de aceite como de una cucharada por comensal.




Damos unas vueltas para que traben el aceite y la harina y, cuando lo conseguimos, añadimos una copa de vino de Jerez, seco, y otro tanto de agua.




Cortamos en tajadas los riñones, en su corteza y su parte intermedia, la de las pirámides de Malpighi. Desechamos el cáliz.




Añadimos las tajadas de riñón a la salsa de Jerez, y dejamos que se vaya haciendo a fuego lento.




A los diez minutos, los riñones ya estarán al punto: suaves, sabrosos y tiernos.




Emplatamos.




Que sea de gusto.