domingo, 27 de octubre de 2013

Pastas de te de mantequilla


Hoy preparamos unas pastitas de te de mantequilla.







Disponemos medio kilo de harina, 200 gr de mantequilla, 200 gr de azúcar, dos huevos y ralladura de unos cítricos para aliviar la sensación grasa de la mantequilla.


Ponemos la mantequilla en un lebrillo...








... que llevamos al micro-ondas en dos ciclos consecutivos de diez segundos para que funda sin hervir. Batimos con las varillas para acabar de fundir.








Disponemos el azúcar...







... que añadimos y batimos. El azúcar fluidificará la masa.








Cuando está debidamente trabado, añadimos dos huevos...








... y batimos hasta hacer un fluido homogéneo.








Disponemos algo de naranja o de mandarina, que rallamos con un rallador muy fino.








Añadimos las ralladuras...








... disponemos la harina...








...que vamos añadiendo a través del colador, tamizando con pequeños golpecitos laterales para que la harina se airee y entre en la masa más esponjosa. No dejamos de mover con las varillas...








... hasta que el trabajo resulte penoso. Entonces, empezamos a amasar en el propio lebrillo con la mano.

El punto del amasado es misterioso: Se debe amasar hasta que no se pegue en los costados del lebrillo, y llevarlo a la mesa de trabajo, con algo de harina espolvoreada, y trabajarlo hasta que no se pegue en las manos. Ese es el protocolo, pero el resultado queda demasiado macizo, y resultará demasiado harinoso en boca. La solución -fuera de protocolo- es amasarlo lo justo, y trabajarlo como se verá.








Disponemos en la mesa de trabajo una hoja grande de papel de horno, que doblamos por la mitad. Echamos en el interior una pella de la masa...








... doblamos la hoja y trabajamos un poco la masa, a través del papel para no manchar y para que no se pegue en ninguna parte.








Extendemos con el rodillo para hacer una hoja como de cinco milímetros de espesor.








Levantamos el doblez, y cortamos la masa en círculos con ayuda de un vaso de chupitos.








Disponemos los círculos en un papel de horno...









... y llevamos a la bandeja del horno, arriba y abajo, a ciento setenta grados por, más o menos, diez minutos. Es importante permanecer atentos porque se queman en seguida.








Servimos.






Espero que os guste.


Lentejas estofadas



Hoy guisaremos unas lentejas de Salamanca al estilo de nuestras abuelas.

Las lentejas son muy salutíferas: crían unas bacterias en las raíces que captan el nitrógeno del aire y lo convierte en humores que fluyen por la planta y acaban formando proteínas. Nuestras abuelas no lo sabían. Tampoco lo necesitaban: sabían que era un buen plato para criar a los hijos, que estaban riquísimas y que tenían hierro.






Tomamos cien gramos de lentejas por cada comensal...







... que ponemos a remojo en agua fría la noche anterior al guiso.








Durante la noche y la mañana, las lentejas hinchan y se ponen en sazón.







Llevamos las lentejas al colador y las aclaramos al chorro de agua fría...






... y las llevamos a la cazuela.







Añadimos una cebolla, una cabeza de ajo debidamente pelada, un trozo o dos de chorizo de guisar por comensal, según el saque, y media o una morcilla por comensal, también, según el saque.








Echamos agua fría hasta cubrir y exceder en tres dedos el nivel de las lentejas, y llevamos al fuego fuerte hasta que roma el hervor...







... y bajamos a fuego medio cuando empiece a hervir, para que se vaya haciendo.








Añadimos una hoja de laurel.








Dejamos hervir así, con suavidad, hasta que se hagan, momento que se conoce probando. Orientativamente, se llevan tres cuartos de hora de cocción.








Cuando están listas, las dejamos reposar unos minutos, y cortamos, para servir como acompañamiento, unas guindillas en salmuera, para los comensales que quieran espabilar el paladar.








Servimos.







Que sea de buen provecho.



domingo, 20 de octubre de 2013

Panellets



Preparamos unos panellets, dulce catalán de tradición para Todos los Santos y los Fieles Difuntos. Ahora, todo eso se llama castañada o jálogüin ¡qué le vamos a hacer!. Prepararemos para unos treinta, según vayan saliendo porque la artesanía es así.

Las proporciones son sencillas: Un tanto de boniatos, otro tanto de almendra rallada, un tanto menos una cuarta de azúcar y otro tanto de piñones, medio tanto de almendras crudas, una yema de huevo por cada muchos, y ralladura de la cáscara de un limón para muchos más. Afinaremos las medidas para quienes no estén por la labor de las proporciones.








Tomamos unos boniatos (un cuarto de kilo)








Tomamos unas almendras crudas (100 gramos)...








... y tomamos un limón.








Llevamos una cazuela con agua a ebullición viva. Añadimos las almendras crudas y las escaldamos hirviendo dos minutos. Retiramos y pelamos (se pela con gran facilidad apretando la piel).








Retiramos las almendras escaldadas e incorporamos, ahora a cocción lenta, los boniatos. Pelamos las almendras y las cortamos a cuchillo en granillo -trocitos pequeños-. (Hay proveedores que, a épocas, la tienen ya picada, se dice por aliviar el trabajo).








Disponemos 200 grs de piñones.








Una vez cocidos, pelamos los boniatos...








...que trabajamos en un lebrillo con un tenedor hasta hacer una pasta homogénea.








Añadimos el azúcar, que nos ablandará la mezcla...








... y la ralladura de limón. (medio limón, no hace falta más) y vamos añadiendo almendra molida hasta alcanzar el punto deseado.









El punto es trabajarlo hasta que no se pegue en los costados, y se puedan hacer bolitas con las manos, lamigoso pero no, pegajoso. Pero no es esa la labor por la que está el autor porque el resultado resultaría demasiado denso. Por ese motivo, se limita a tanta almendra molida como boniato. ni un adarme más.









Como hemos hecho la masa ligera, no podemos amasarla a mano, de modo que hacemos bolitas trabajando con dos cucharas soperas, una a mano de lanza y otra a mano de rienda, y con el debido sosiego. Hecha cada bolita, se deposita con mimo en el plato de los piñones o en el plato de la almendra en granillo, se toma con los dedos con cuidado y se va dando vueltas para que se adhieran los piñones y las almendras.








Hechas las bolitas, las llevamos a la bandeja del horno, con un papel protector para que no se nos peguen y no ensuciemos la bandeja,








Pintamos las bolitas con huevo batido con la ayuda de la brocha de cocinar y...








... así, pintadas, las llevamos a horno suave (como de 180 º) hasta que doren un poquito (no es necesario que estén mucho tiempo, porque el único elemento que precisa desinfección es el huevo crudo, y sus miasmas normales no aguantan cinco minutos de horno suave; y si se secan demasiado, la harina de almendra hará demasiado densa la preparación).







Horneadas, los dejamos enfriar...








... y servimos.









Que sea de gusto