Cuando estamos juntos, cocinamos juntos. Cuando no, compartimos nuestra cocina en el blog. Nuestra cocina es sencilla porque no tenemos pinches; económica, porque no tenemos dinero; de calidad, porque tenemos paladar y segura, porque sólo tenemos una vida para contarlo. Los autores firman cada receta y, al firmarla, juran y adveran haberla cocinado como lo han escrito, haberla comido con satisfacción y responden de que les ha sentado bien. Son los únicos requistos para publicarla.
domingo, 7 de julio de 2013
Salmorejo de Córdoba
La teología desdeña las pruebas de la existencia de Dios por su naturaleza metafísica. Ellos se lo pierden: el salmorejo es una de ellas.
Sopa fría, de sabor muy delicado y textura acariciadora del paladar, el salmorejo es un excelente entrante de verano, a cuya preparación nos disponemos.
Tomamos unos tomates maduros, pero prietos...
... y un par de tajadas de pan de molde. (El auténtico se hace con un pan macerado propio de Córdoba, pero como a falta de pan, buenas son tortas, nosotros lo haremos con pan de molde, que fragua la sopa en su punto justo). Consideramos dos tajadas de pan para tres comensales, y de cuatro a seis tomates por comensal, según lo que cundan triturados.
Para que no nos resulte agresivo, y darle toda la suavidad al plato, no añadiremos ajo crudo, sino un único diente de ajo en salmuera.
Desmigamos a pellizcos las tajadas de pan de molde, y las incorporamos al vaso de la batidora, junto con un diente de ajo en salmuera.
Pelamos los tomates y retiramos las pepitas. El trance es algo cansino, y se puede obviar echándolos a trozos sin más trámite y pasando luego el triturado por el chino, pero nosotros, que nos hemos levantado rumbosos, preferimos evitar el colado mediante el pelado y despepitado. Añadimos una pizca de sal por comensal y un chorrito de aceite, como una cucharada sopera por cada dos comensales.
Trituramos con la batidora a su velocidad más alta, y subiendo y bajando el aparato hasta conseguir unas sopas homogéneas y de aspecto limpio: sin sorpresas ni trocitos.
Llevamos a la nevera para que enfríe, pero no mucho. Deseamos que esté entre frío y fresquito. Nada más. El muy frío no es un concepto generalmente apto para la comida.
Para el remate del plato...
... hervimos un huevo por diez minutos desde que empieza a hervir...
... que, ya hervido y pelado, desmigamos con un tenedor para que nos queden cachos irregulares, entre pequeños y muy pequeños, pero distinguibles.
Del mismo modo, tomamos unas lascas de jamón...
... que reducimos con un cuchillo a virutas muy finas.
Servimos en una copa, y rematamos echando unas virutas de huevo cocido y unas virutas de jamón.
Que sea de gusto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario