domingo, 21 de abril de 2013

Menestra



Hoy prepararemos una menestra como Dios manda.




La menestra de verduras como Dios manda no es un plato de régimen, ni adecuado para enfermos del aparato digestivo y demás patologías, sino para aficionados a los dulces y los amargos íntimos de las verduras: sabores profundos de la tierra. Para el régimen, están las verduras de hoja muy cocidas, con patatas muy cocidas, todo sin sal y con unas gotas de aceite; pero eso es otra cosa.

La menestra puede hacerse con distintas verduras: cardo, borraja, vaina, espárragos verdes y blancos, alcachofa, guisante, habas verdes... Todo depende de lo que encontremos en la verdulería que esté en su debida sazón. Hoy la prepararemos con alcachofa (dos unidades), habas (medio quilogramo) y guisantes (un puñadito como de cuarto de quilo), amén de la cebolla y los ajetes para el pochado, una cucharadita de harina y un poquito de jamón. Todo esto porque estamos guisando para dos comensales.




Hay que cocer las verduras lo menos posible y en cazuelas separadas, salvo que sean verduras compatibles por su sabor, porque se trata de mezclar sabores, no de matarlos y confundirlos. Nosotros pondremos en una cazuela las alcachofas y, en otra, las habas y los guisantes, porque estos dos no se van a estorbar.

Empezamos por limpiar las alcachofas, de las que cortamos la punta superior como a un centímetro, y usando un cuchillo de dientes, como el del pan...




y ya vemos el decalaje del color. Separaremos las hojas verdes y dejaremos las más claras. Lo vemos, también, en corte longitudinal:




y vemos que las más claras siguen, además, el patrón de la forma de lira, en vez de la forma redondeada. Quitamos, pues, las hojas exteriores y las cortamos en octavos, que ponemos a cocer en una cazuela, con una pizca de sal.

En otra cazuela, ponemos a cocer las habas y los guisantes con su pizca de sal.




Mientras se cuecen las verduras, cortamos media cebolla tierna en juliana...




y la volvemos a cortar de forma perpendicular para que quede bien picadita:




y picamos unos ajetes (unos dos por comensal):




Pochamos la cebolla y los ajetes a fuego medio, con una pizca de sal, y sin dejar que tomen color.




Disponemos una cucharadita, de las de postre, de harina de trigo, a la espera de echarla cuando la cebolla y el ajete trasparenten sin tomar color.




A estas horas -ya habrán pasado sus buenos cinco minutos de cocción, las habas y los guisantes ya han cocido lo suficiente...



lo sabemos porque las habas empiezan a arrugarse cuando se sacan y, sobre todo, porque hemos cogido una y la hemos probado para comprobar que está cocida "al dente". Cortamos el fuego, y tapamos la cazuela para que sigan haciéndose en su propio calor.




Mientras siguen pochando la cebolla y el ajo, disponemos unas lascas de jamón




que picamos muy finamente:




Pochadas la cebolla y el ajo -sin que tome color- añadimos la harina...




...  a la que damos unas vueltas para que tome temperatura, pierda el gusto a engrudo pero no llegue a tostarse...




... y añadimos un vaso de agua generoso, mientras seguimos dando vueltas...




... y añadimos las habas y los guisantes que teníamos infusionando en su propio calor, las alcachofas que seguían hirviendo con alegría (como por un cuarto de hora cumplido) y el jamón picado. Damos unas vueltas para que traben -no para que se confundan- los sabores.




Nos queda añadir unas hojas de menta piperita...




... que picamos finamente...




... y añadimos al guiso, le damos unas vueltas por no más de medio minuto, dejamos reposar otros dos minutos y servimos:




Que sea de gusto.


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