Días atrás, preparamos un arroz con leche. Los comensales lo saludaron mucho pero uno de ellos, menos aficionado, dijo que la única forma de mejorarla era hacerla sin arroz, a lo que el cocinero contestó que naturalmente, mañana.
Llegado el día siguiente y sin dejar que la pereza se afincara y echara raíces, nos pusimos a la labor:
Tomamos la peladura de medio limón y rebajamos el blanco con la puntilla, porque el blanco amarga y nos malbarata el plato
Disponemos como espesante harina de maíz, siguiendo las proporciones que nos indica el fabricante para cremas ligeras, esto es, dos cucharadas soperas rasas y media por cada medio litro de líquido.
De medio litro de leche entera, bien fría, separamos medio vaso para disolver la harina de maíz...
... y llevamos el resto a ebullición con las cáscaras de limón, cuatro cucharadas y media de azúcar y una cucharadita de canela molida.
Cuando empieza a hervir, bajamos el fuego al mínimo y dejamos que infusione bien la cáscara de limón, y que disuelva bien el azúcar dando sus correspondientes vueltas con una cuchara de palo. Cuando han pasado unos minutos, tampoco más de cinco, retiramos las cáscaras de limón y añadimos la harina de maíz bien desleída en la leche fría, y damos vueltas hasta que vuelva a hervir y -sin interrumpir las vueltas- dejamos que espese con dos minutos de cocción. Llevamos a los pocillos y adornamos espolvoreando canela molida. Dejamos enfriar al aire y cuando ya no tenga calor, llevamos a la nevera. Se sirve frío, pero no muy frío.
Que sea de gusto
No hay comentarios:
Publicar un comentario