Cuando estamos juntos, cocinamos juntos. Cuando no, compartimos nuestra cocina en el blog. Nuestra cocina es sencilla porque no tenemos pinches; económica, porque no tenemos dinero; de calidad, porque tenemos paladar y segura, porque sólo tenemos una vida para contarlo. Los autores firman cada receta y, al firmarla, juran y adveran haberla cocinado como lo han escrito, haberla comido con satisfacción y responden de que les ha sentado bien. Son los únicos requistos para publicarla.
domingo, 16 de junio de 2013
Ensalada alemana de Pili, con dos toques del autor.
Pili, mi queridísima Pili, es una gran cocinera. Aprendió a guisar de sus mayores y de todo lo que veía que le parecía bueno, y oportunidades no le faltaron: Desde la cocina catalana de su niñez a la levantina de su pubertad. Luego casó con Cecilio, un capitán de la marina mercante y escritor de poemas gruesos, descriptivos y bien rimados, y de narrativa meritoria que le ha llevado a la consecución de algún premio literario serio y de fundamento. Con Cecilio, nieto del actor Cecilio Pineda, de Murcia, Pili conoció la comida murciana, con su zarangollo y todo; y con las singladuras de su marido conoció la cocina de Mozambique, con su carril de arroz con coco y viandas. En fin: una cocinera de mucho repertorio, que guisa con el cariño nutricio de una madre de familia, y con el cariño sincero y festivo de una novia. Pili guisa la mar de bien.
Tomamos de la gentileza de Pili la receta de su ensalada alemana que vamos a toquetear añadiendo una cucharadita de mostaza y una cucharada de alcaparras. nada más.
Vamos al guiso:
Cocinamos para cuatro personas:
Tomamos una col pequeña (sobrará), unas patatas, una cebolleta, cuatro o cinco patatas pequeñas (depende de lo pequeñas que sean) y un huevo.
Cocemos el huevo echándolo en una cazuela con agua caliente y una cucharada de sal, porque dicen que ayuda a su pelado y no hay ganas de -ni razones para- discutir. Una vez llegue a ebullición, esperamos diez minutos, cortamos el fuego y lo dejamos descansar en su agua caliente un rato.
Mientras se produce el hervido anterior, pelamos y troceamos a cuchillo las patatas, en trozos pequeños, sin partirlas porque no nos interesa que pierdan más almidón de la cuenta ya que no tienen que engordar ningún caldo.
Disponemos dos salchichas de Frankfurt y otras dos, de Bratwurst...
... a las que escaldamos cuatro o cinco minutos. En verdad, no hace falta porque es embutido ya cocido y con todas las garantías sanitarias que se puedan garantizar, pero el escaldado las hincha, con lo que quedan menos pastosas en la boca, y les sube el aroma y el sabor.
Una vez escaldadas, las sacamos a un plato para que sequen con su propio calor.
Disponemos -para tener a mano- las alcaparras y las salsas de mostaza y mayonesa.
Con cuidado, porque están muy tiernas, cortamos con cuchillo bien afilado las salchichas en rodajas como de medio centímetro de espesor.
Escurrimos las patatas una vez cocidas.
Cortamos la col -cruda- a razón de un cuarto de col para cuatro comensales, y la cortamos en juliana fina, como haciendo tallarines...
... y cortamos la cebolleta a baja dosis -una para cuatro- en juliana muy fina y por mitad.
Añadimos a un lebrillo amplio la col, las patatas cocidas, el huevo troceado en cachos pequeños, las rodajas de salchichas y una cucharada de alcaparras.
Añadimos, después, una cucharada de las de postre de salsa de mostaza y cuatro cucharadas soperas de mayonesa...
... y lo trabamos todo dando vueltas con cuidado para que las salchichas no se rompan, y para que las patatas no se nos deshagan.
Emplatamos
Que sea de gusto.
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