Plato exquisito. más suave que los de carne, lleno de sabor y de muy agradable digestión.
Para veinte canelones:
Hervimos tres huevos
Picamos muy menudo una cebolla tierna...
... que pochamos en la sartén con un poco de aceite y una pizca de sal.
Una vez pochado, añadimos dos cucharaditas de las de postre, colmadas, de harina...
... damos unas vueltas para hacer un poco la harina y que pierda el gusto a engrudo,
y, seguidamente, añadimos leche entera, poco a poco, y damos vueltas para que trabe.
Entre tanto, hemos pelado los huevos (tres) y hemos tomado unos trozos de ventresca de bonito (un cuarto de kilo)...
... que, ayudados de la paciencia y un tenedor, hemos picado finamente.
Añadimos a la sartén donde tenemos la cebolla con la harina y la leche, damos vueltas y seguimos añadiendo leche hasta que trabe con una consistencia adecuada para el relleno.
Corregimos de sal y dejamos que repose unos minutos, mientras hacemos las otras partes del plato.
Disponemos una olla con agua abundante, un chorro de aceite y una pulgarada de sal.
Disponemos unas hojas de pasta de canelones en su versión clásica, de toda la vida, para su cocción,lavado, estirado y relleno.
Tal como indican las instrucciones del fabricante, llevamos abundante agua a ebullición franca...
... y echamos las hojas de pasta de canelón para que cuezan por quince minutos, que es el tiempo indicado por el fabricante.
Pasado su tiempo, las hojas de pasta ya indican que están en su sazón.
Retiramos la olla del fuego y enfriamos y lavamos las hojas de pasta con agua fría...
... y las estiramos sobre lienzos limpios...
... y quitamos el exceso de agua secando con papel de cocina.
Untamos con aceite de oliva y con la ayuda de una brocha de cocina la bandeja de horno donde los vamos a disponer.
Con la ayuda de una cuchara, incorporamos el relleno en el centro de cada hoja, y las vamos enrollando sobre sí mismas para darles la forma tubular característica.
Disponemos los canelones en la bandeja en que los vamos a hornear...
En una sartén grande damos inicio a la preparación de la salsa bechamel. Para ello, ponemos una pella de mantequilla a fundir a fuego mínimo, para que funda y no cueza. La idea de una bechamel es siempre paritaria entre harina y mantequilla (unos diez o doce gramos de cada una por comensal).
Es importante no perder la paciencia y mantener el fuego lento hasta que funda en su totalidad, y dar vueltas frecuentemente para facilitar la fusión.
Añadimos la harina y damos vueltas, ahora ya sí, sin parar, hasta que se haga un poco...
... y empezamos a echar la leche poco a poco, y dando vueltas para que vaya trabando hasta la textura deseada. Añadimos una pulgarada de sal y una pizca de pimienta blanca.
Añadimos la bechamel a la bandeja del horno, echamos unos trocitos de mantequilla y espolvoreamos queso rallado. Horneamos, por arriba y por abajo, (con el horno precalentado a 250 grados) hasta que se dore, lo que se da pasado, más o menos, un cuarto de hora.
Espero que os guste.
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