martes, 9 de septiembre de 2014

Ajoblanco



Hoy, presos de los rigores del verano, preparamos un ajoblanco. Hay quien lo supone de Almería como hay quien lo asegura de Córdoba. En todo caso, es un espléndido plato que Andalucía ha puesto a disposición de nuestro paladar.









El ajoblanco, de verdad y como Dios manda, se prepara con ajo, almendras crudas, pan de víspera remojado en agua fría, sal, aceite y vinagre. El autor, dado que no tiene por que dar explicaciones a nadie ni tres cuartos al pregonero, le añade leche entera para conseguir mayor cremosidad, y le pone pan de molde por el mismo motivo.










Las proporciones iniciales son de un puñaíto (un par de cucharadas) de almendras marcona crudas, una tajada y media de pan de molde sin costra, medio diente de ajo, una pizca de sal, una cucharadita de las de postre de vinagre, una -sopera- de aceite fino de oliva, medio vaso (de los de vino) de agua bien fría y otro tanto de leche entera. Todas las medidas son por cada comensal.


Llevamos el pan y las almendras al baso de la batidora.








Añadimos el agua, el vinagre, el aceite y la sal.








Añadimos la leche...








... y trituramos con energía, con la batidora a máxima potencia, hasta conseguir una crema homogénea y legera, más o menos de la consistencia del gazpacho. Si no lo conseguimos a la primera (porque para eso eran proporciones iniciales), añadimos más pan o más agua, según debamos espesar o aclarar la crema. Dejamos reposar un par de horas en la nevera.








Servimos en cuenco o copa decorando con unas uvas peladas y despepitadas.







Que sea de gusto.





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