domingo, 12 de mayo de 2013

Las chirlas de la señora Luisa del Tatero



Corella, en la Ribera de Navarra. Recuerdos dulces de la infancia. El bar del Tatero era el epicentro de la tauromaquia local, paso obligado de los toreros y sus cuadrillas de visita por la ciudad, todos inmortalizados en las fotografías que llenan las paredes. El Tatero siempre estaba en buena conversación con sus parroquianos, y su mujer, la señora Luisa, siempre estaba trabajando en la cocina, haciendo con cariño las tapas calientes que no tenían parangón en la ciudad.

Así guisaba la señora Luisa las chirlas:


Tomamos unas chirlas bien frescas...




... y las ponemos en un lebrillo con agua y un puñadito de sal, para que purguen bien.




Pasado un rato en la salmuera, aclaramos al chorro de agua, y echamos a la cazuela con agua bastante para cubrir, y llevamos a ebullición.




Según empieza a hervir, abren las chirlas. Retiramos del fuego, sacamos las chirlas con una rasera, y colamos el agua de la cocción que utilizaremos para la salsa.




Echamos un chorro de aceite -como de tres cucharadas-en la sartén, y añadimos un diente de ajo al que hemos hecho presión de la punta a la base con dos dedos para que agriete un poco, y ponemos a la lumbre a fuego medio.




Antes de que el ajo tome color, añadimos una cucharada de harina de trigo, damos vueltas para que se vaya haciendo sin que se llegue a tostar...




... y vamos añadiendo el agua de la cocción de las chirlas, mientras damos vueltas para que vaya trabando.




Picamos unas hojas de perejil...




... que añadimos a la salsa, sin dejar de mover.




Por último, incorporamos las chirlas, y damos unas vueltas.




Servimos.




Espero que os guste.

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