domingo, 13 de octubre de 2013

Pastas de te de naranja



El autor era joven, muy joven, acaso catorce o quince años, pero ya andaba en afición por los fogones. Victorina, una gran señora de la familia, lo sabía y lo apreciaba. Con todo su cariño, le llevaba a la cocina a hacer cosas -para el autor, y en aquellos años- inverosímiles: Recibir la leche del lechero, limpiarla, hacer mantequilla, hacer nata montada... Otro día tocaba embotar o hacer mermeladas o frutas en almíbar. Victorina, que era profesora de Hogar en la Sección Femenina, lo sabía todo; y siguió sabiéndolo todo hasta que la enfermedad apagó su voz y su atención, y hasta que la muerte se llevó -años después- su sonrisa. Fueron noventa y cinco años de trabajo y amor. El más primoroso plato que el autor probó a Victorina fueron unas pastas de naranja. Se quedó con la receta pero -como los excesos siempre son malos- la guardó tan bien que ahí debe seguir perfectamente guardada entre las páginas de un libro de la biblioteca, de entre las decenas de cientos de libros de la biblioteca.


No sólo era la receta: eran, también, las naranjas del Bierzo. Faltan muchas cosas para hacer aquellas pastitas, pero no, para intentarlo, que es lo que vamos a hacer con la ayuda del recuerdo, de la lectura de unos recetarios y con la inspiración que da el criterio. Un pequeño homenaje a Victorina y, con ella, a todas las mujeres que con su vida de amor y servicio a los suyos constituyeron el soporte firme de toda una sociedad.


Vamos a la preparación: Disponemos los ingredientes: 400 gr de harina de trigo, 200 gr de azúcar, 60 gr de mantequilla, 75 gr de almendra molida y una naranja.







Mezclamos la harina, el azúcar y la almendra molida.






Fundimos la mantequilla (diez segundos al micro-ondas)






Disponemos la naranja y las herramientas adecuadas para exprimirla y para rallar la piel.






Nosotros hemos elegido rallarla a cuchillo, pelando muy finamente y retirando todo lo blanco para que no amargue.






Reducimos a trocitos muy pequeños






Amasamos dentro de un lebrillo la harina, el azúcar, la almendra rallada, la mantequilla, el zumo de la naranja y la ralladura de su piel, todo junto. Si nos queda demasiado ligero, añadimos un poco de almendra rallada. Si nos queda demasiado firme, añadimos un chorrito más de zumo o un chorrito de whisky.






Envolvemos la masa en papel film para que repose en la nevera por una media hora.






Mientras reposa la masa (sólo es reposo para que trabe, porque no tiene levaduras y no tiene que hacer ninguna reacción química o biológica), disponemos una brocha, un huevo y un bol para el barnizado de las pastas.






El huevo batido dará a las pastas brillo.






Ponemos papel de horno en la bandeja, tomamos porciones dando un pellizco a la masa, y damos forma de bolitas con las manos.






Tiramos las bolitas con algún entusiasmo sobre la bandeja para dejar plana la base de las pastas. Aplastamos un poco para que las pastas no terminen con demasiada altura.

Pintamos con el huevo batido...







... y llevamos al horno precalentado a 180 º, y las mantenemos horneando hasta que doren lo bastante (unos veinte minutos).






Que sea de gusto.


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