domingo, 27 de abril de 2014

Pure de patatas


Hoy preparamos un puré de patatas que, aunque no tenga demasiada tradición en la gastronomía española, no deja de ser un acompañamiento exquisito y suavísimo.

Para empezar, disponemos unas patatas adecuadas al caso. Hemos escogido unas patatas blancas. Ahora, se llaman Monnalissa; años atrás se llamaban patatas lavadas y eran de Burgos, como el Cid. Las cosas cambian y no será el autor el que se disponga a marear más de lo imprescindible.










Lavamos bien las patatas y las llevamos -sin pelar- a una olla, con su buen puñado de sal y agua bastante para cubrir las patatas para que naveguen sueltas en un mar de agua dulce con la superficie a un dedo gordo por encima de las patatas y el fondo a otro tanto.








Dejamos cocer a fuego vivo por lo que pida, que eso va en función de la patata, pero que -orientativamente- rara vez se sale de la media hora, cinco minutos arriba o abajo. La cuenta se confirma pinchando la patata con un tenedor y viendo cómo sale con la mima facilidad con la que entró.








Comprobado que ya están en su punto, sacamos las patatas, de una en una, a la tabla de trabajo, y las pelamos cuidadosamente con la ayuda de una cuchara y un tenedor. Retiramos la piel, los puntos negros y los raigones, para que nos queden completamente limpias.








Una vez peladas, las llevamos a un lebrillo...









... y añadimos lo que mejor nos venga para el sabor que pretendemos. Hoy, añadimos un diente de ajo picado hasta su mínima expresión.








Añadimos un chorro de aceite para dar la primera corrección al aroma, a la textura y al sabor, y trabajamos con el tenedor hasta obtener una masa homogénea.









Seguidamente, añadimos leche -hoy, entera fresca, porque así nos vino a mientes- a chorritos mínimos para que no nos quede demasiado ligero. La leche nos dará cremosidad y textura. Seguimos trabajando ...









... hasta obtener una masa cremosa.








Introducimos en una manga pastelera, y ya lo tenemos listo para acompañar cualquier vianda, en particular: cualquier carne o cualquier pescado.






Tenemos, así, el puré listo para cualquier aderezo.

Que sea de gusto.






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