domingo, 15 de diciembre de 2013

Peras al vino


Hoy preparamos unas peras al vino a salud del amigo del autor don Julio Guillermo Campi, quien le dio la receta que le sirvió de base para la preparación.

Visitamos a Antonia, nuestra gentil verdulera, que nos sirve unas peras blanquillas muy a propósito para el plato...







... y visitamos a nuestro gentil bodeguero Oriol, para ver qué tesoro guarda entre sus bocoyes para la ocasión. Va a ser un vino del Priorato, comarca de la montaña de Tarragona con vinos recios para hombres de pelo en pecho.









Tomamos azúcar, a razón de tres cuartos de kilo...








... que llevamos a la cazuela con un poco de canela. Como la canela que hemos encontrado en el supermercado está medio muerta, ponemos una rama entera. De haber estado en su debida sazón, hubiésemos puesto la cuarta parte.









Añadimos dos litros de vino tinto del Priorato (Lo de Priorato viene del convento sufragáneo de Scala Dei -escalera hacia Dios- que se estableció en la comarca en tiempos antiguos; y siempre hay que ser muy respetuoso con las instituciones y con la historia. Los frailes, con su hogaza de pan y su emina de vino para pasar el día, tal como prescribe la Santa Regla de San Benito, rezaban a Dios y bendecían la tierra con su trabajo en la planta y en la vendimia; de ahí, con las correcciones que impuso la lucha contra la filoxera, viene este vino serio, profundo y montaraz; casi cimarrón.









Llevamos a ebullición a fuego vivo para preparar un almíbar de vino muy -muy- ligero en razón de lo que tiene que reducir, que será del orden de tres cuartas partes.










Cuando hierve con franqueza, reducimos el fuego a lento...










...y procedemos con las peras, que pelamos y hacemos un corte en la base  para poderlas apoyar con firmeza cuando las sirvamos, y mantenemos el rabillo para poderlas manejar mejor.








Según vamos pelando las peras, vamos reservando las peladuras.








Tomamos las peras peladas...








... y las echamos en el almíbar de vino que está cociendo muy lentamente, con todas las peladuras para que, también, dejen su aroma.








Según va hirviendo, las peras van tomando color...








... más color...








... y más color hasta que, más o menos a las dos horas de cocción muy lenta, las peras toman el aspecto definitivo.








Retiramos a un plato y reservamos.








Ahora subimos el fuego a fuerte para acabar de reducir el almíbar al punto deseado, que es el de almíbar ligero.








Vemos cómo ha reducido en el nivel que alcanza en la cazuela.







Cortamos el fuego, esperamos que el calor amaine e incorporamos el almíbar a las peras, colándolo para que no caigan las peladuras.








Así, de esta guisa, dejamos que duerman las peras y su almíbar de vino juntos por toda una noche y la mañana siguiente a la temperatura del ambiente.








Emplatamos y servimos.







Que sea de gusto.




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