Cuando estamos juntos, cocinamos juntos. Cuando no, compartimos nuestra cocina en el blog. Nuestra cocina es sencilla porque no tenemos pinches; económica, porque no tenemos dinero; de calidad, porque tenemos paladar y segura, porque sólo tenemos una vida para contarlo. Los autores firman cada receta y, al firmarla, juran y adveran haberla cocinado como lo han escrito, haberla comido con satisfacción y responden de que les ha sentado bien. Son los únicos requistos para publicarla.
domingo, 25 de mayo de 2014
Cañaíllas cocidas
Dice el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua que la cañaílla (o cañadilla) es un molusco gasterópodo marino. Al autor no le extrañaría nada que la definición fuese exacta porque confía en las Grandes Instituciones, pero si tuviera que definir él lo haría en otros términos; por ejemplo: delicia en la mesa que fuera molusco en la mar. No hay exquisitez mayor que unas cañaíllas cocidas acompañadas de una copa de vino de manzanilla.
Sumergimos las cañaíllas en agua fría con su pulgarada de sal por un rato, para que suelten la arena que puedan traer. Hay autores que recomiendan que el rato sea de unas horas. El autor lo ha dejado unos minutos, no más de veinte, y el resultado ha sido satisfactorio.
Llevamos un cazo con agua y una buena pulgarada de sal a hervir. Cuando se da el hervor franco, añadimos las cañaíllas que, frías como están, interrumpen el hervor. Mantenemos a fuego vivo hasta que vuelvan a hervir y las mantenemos así, hirviendo, por doce minutos.
Retiramos del fuego, colamos y emplatamos.
Que sea de gusto.
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