domingo, 16 de marzo de 2014

Cintas de pasta con frutos de mar







Pepi y Cristóbal constituyen una pareja enamorada. El autor, que es un sentimental, lo valora con un cariño infinito. Pepi es de Torreperojil, por las tierras de Jaen, y Cristóbal, de Mozoncillo, por las tierras segovianas que baña el río Pirón que desagua en el Cega que, a su vez, desagua en el Duero poco después que lo haga el Pisuerga por la ribera contraria, la de estribor.

Pepi hace primores en la cocina que Cristóbal cuenta con auténtica delectación. Su última aportación a la ciencia culinaria fue una pasta con frutos de mar que el autor intentará desarrollar con los datos que le dio su amigo Cristóbal. Sea en homenaje de la pareja.

El autor empezó por ir al mercado a comprar galeras, cigalas, gambas y otros frutos de mar. Visto el precio de las gambas, procedió a saludar respetuosamente desde el tercio e ir a surtirse a una tienda de confianza de congelados. No había galeras pero sí, gambas, cigalas, calamarcitos y mejillones de buen aspecto, elementos con los que se dispuso al guiso.

Comenzamos disponiendo unos mejillones cocidos -pongamos cuatro por comensal- que hemos descongelado siguiendo las instrucciones: sobre un cedazo para que pierdan el agua de la descongelación y boca abajo.







Disponemos, igualmente descongeladas, unas gambas -dos o tres por comensal- y unas cigalas -una o dos por comensal-.






Disponemos, también, uno o dos calamarcitos por comensal.







Vamos al guiso: Llevamos las gambas y las cigalas a la plancha, un minuto por lado y con la plancha bien caliente. Retiramos.







Cortamos en tiras finas uno o dos calamarcitos por comensal, y...







...llevamos a la plancha bien caliente con otros tantos moños de patas.







Separamos las cabezas de las colas de gambas y cigalas, y pelamos. llevamos las peladuras y las cabezas a la sartén con un chorrito de aceite, y machucamos bien con la cuchara de palo para que salgan los jugos de las cabezas.








Cuando llevan dos o tres minutos haciéndose, añadimos una copa (de las de vino) de vino blanco de Rueda, otra copa de igual tamaño de agua mineral y una pulgarada de sal.








Mientras se nos hace el fumet reducido, cortamos en trozos las colas de las gambas y las cigalas, y reservamos. Disponemos la guindilla para que no se nos olvide, porque es el elemento que le dará el punto al plato.







El fumet va reduciendo despaciosamente y a nuestra satisfacción y nosotros ponemos a fuego vivo una olla con abundante agua, una cucharada de sal y un chorrito de aceite de olivas. Disponemos la pasta, unas cintas de pasta fresca que hemos comprado para la ocasión.








Cuando el agua hierve con hervor franco, echamos las cintas de pasta. Como el fabricante recomienda cocer entre tres y cinco minutos, nosotros lo cocemos seis que es el doble del mínimo y un veinte por ciento superior al máximo, lo que al autor le parece una medida de tiempo razonable para cocer las pastas.








Ya cocidas, sacamos las cintas al colador y les damos una buena ducha de agua fría para que espabilen y -sobre todo- para que pierdan el engrudo.








Puestos a coronar el plato, salteamos las colas peladas de las gambas y las cigalas que habíamos marcado previamente con la guindilla cortada en aros generosos (para que sea fácil su localización y retirada del plato para el comensal) y tras retirar las semillas para evitar incendios del paladar.








Al par de minutos, añadimos las tiras de calamarcitos y sus moños, y el fumet reducido y colado de las cabezas.







Añadimos los mejillones...







... y añadimos la crema de leche, en la medida de una copa de las de vino, y una tajada fina de queso de régimen a cachos pequeños para que nos dé la untuosidad deseada.








Rescatamos las cintas del colador y las llevamos a una cazuela.






Añadimos la salsa con los frutos de mar...











Damos unas vueltas, al fuego suave, para que trabe todo, y... 






... emplatamos y servimos.






Que sea de gusto.

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