domingo, 16 de marzo de 2014

Menjar Blanc







Comieron aquel día con don Antonio (Moreno) algunos de sus amigos, honrando todos y tratando a don Quijote como a caballero andante, de lo cual, hueco y pomposo, no cabía en sí de contento. Los donaires de Sancho fueron tantos, que de su boca andaban como colgados todos los criados de casa y todos cuantos le oían. Estando a la mesa, dijo don Antonio a Sancho:


  • Acá tenemos noticia, buen Sancho, que sois tan amigo del manjar blanco y de albondiguillas, que, si os sobran, las guardáis en el seno para el otro día.

Así cuenta don Miguel de Cervantes Saavedra en "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha" lo que le gustó el plato, previsiblemente probado en su viaje a Barcelona, de la que tantas lisonjas refiere. Nosotros nos disponemos a prepararlo. Sea en su homenaje.

El menjar blanc no es más ni menos que un flan hecho de leche de almendras y espesado con almidón de arroz o de maíz. Hay quien lo sustituye por gelatina; él mismo. Es originario de la provincia de Tarragona, donde tan buenas almendras se crían.

Disponemos los ingredientes: Un limón, un litro de agua, doscientos gramos de almendra molida, otros tantos de azúcar, una ramita de canela, cien gramos de harina de maíz y una pizca de sal.







Empezamos por preparar la leche de almendras aromatizada. Para ello incorporamos en una cazuela las almendras molidas, la ramita de canela y la pizca de sal.








Incorporamos, también, el azúcar y la ralladura de una cáscara de limón, cuidando de que nada se incorpore del blanco del limón porque amarga.








Añadimos un litro de agua, mejor si es agua mineral, y llevamos a ebullición por no más de cinco minutos y dando vueltas continuamente para que nada se nos pegue.








Dejamos reposar por toda una noche y colamos con un cedazo fino. Acabamos rescatando tres cuartos de litro de leche de almendras. Separamos una taza y diluimos en ella la harina de maíz.








Llevamos el resto de la leche de almendras al fuego vivo hasta que empieza a hervir. Añadimos, entonces, el contenido del tazón donde hemos diluido la harina de maíz.








Dejamos que se caliente de nuevo, a fuego medio, hasta que espese y sin dejar de darle vueltas. La maniobra no dura más de dos o tres minutos.







Llevamos a moldes, dejamos enfriar y llevamos a la nevera por un par de horas para que enfríe lo que tiene que enfriar, que no es mucho (como el flan, pongamos por caso), desenmoldamos, emplatamos y servimos.







Que sea de gusto, tanto -al menos- como el de Cervantes puesto en boca de Antonio Moreno y referido a Sancho.





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