domingo, 6 de julio de 2014

Albóndigas con sorpresa de queso


Hoy guisamos unas albóndigas con corazón de queso para cuatro comensales. 








Empezamos por disponer la salsa: tomamos un par de cebolletas, un par de zanahorias y unos ajos tiernos.








Pelamos las zanahorias con el pelador, y ya puestos, seguimos con el pelador reduciéndolas a tajadas muy finas...









... que cortamos, después, en brunoisse junto con la cebolla y el ajo, y llevamos a la cazuela con sus tres cucharadas de aceite de olivas y su buena pulgarada de sal.










Cuando las verduras están pochadas, añadimos una cucharadita de harina de trigo, y damos vueltas sin cesar por un minuto para que la harina se haga sin quemarse.









Añadimos una buena copa de vino blanco y otra, de agua, y dejamos que se vaya haciendo a fuego lento








Empezamos, ya, con las albóndigas propiamente dichas. Para ello, cortamos unos dados de queso manchego semicurado. Esto de elegir los quesos es siempre muy complicado y es regla de buen uso elegir un queso que sea aceptado por todos los comensales. Los dados los cortamos como de un centímetro de arista. La técnica es fácil: se corta una tajada de queso de un centímetro de grosor, y ésta en tiras de un centímetro de lado, y éstas en dados de un centímetro de longitud. Lo que sobra, se lo come el cocinero con la ayuda de una cervecita para abajar los calores y las melancolías.









Disponemos un diente de ajo y una ramita de perejil...








... que picamos muy finamente. Ya se ha dicho en este blog que si no se consigue hacer cinto cincuenta cortes a un diente de ajo mediano, mejor dejar el cuchillo y picarlos con el molino de las verduras.








Tomamos una tajada de pan de molde que bautizamos con un buen chorro de leche entera, para que la embeba bien.








Trabajamos bien el pan con un tenedor...








... y añadimos la carne picada (entre cien y cinto cincuenta gramos -según el saque- por cada comensal, mitad cerdo y mitad, ternera), y un huevo crudo de gallina.








Añadimos una cucharada de las de postre, y bien rasada, de harina de trigo y otro tanto de harina de garbanzo.








Trabajamos bien con el tenedor hasta conseguir una preparación homogénea. Tomamos, entonces, una pella de la carne, ponemos un dado de queso...








... añadimos otra pella de carne picada y vamos haciendo las bolas, que enharinamos en harina de trigo, y sacudimos bien saltando la bola de una mano a la otra para que trabe la carne como ha de hacerlo, y para soltar el exceso de harina. Llevamos las albóndigas, según las vamos haciendo, a un plato para que esperen cómodamente la fritura.








Llevamos la sartén al fuego con abundante aceite de olivas. De hecho, hay que freir, no cocer ni confitar, pero tampoco arrebatar. El punto prudente es el fuego vivo pero no, máximo, y reducirlo cuando la fritura amenace con arrebatarse.








Damos la vuelta para que se haga por los dos lados...








... y tras sus buenos tres minutos de fritura por cada lado, las vamos sacando y las llevamos a la cazuela donde aguarda la salsa.








Dejamos que se hagan por cinco minutos, damos la vuelta y que suden por otros cinco.








Emplatamos.






Que sea de gusto.








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