domingo, 8 de junio de 2014

Pincho de morcilla


Hoy preparamos un pincho de morcilla.

Es sabido que la mejor morcilla es la de mi pueblo, y que eso vale para todos los ciudadanos y todos los pueblos de España. El autor, más por hedonismo que por imperialismo, considera que casi (casi) todas las morcillas que ha probado, fueran de su pueblo o de cualesquiera otros pueblos de España, son exquisitas. A lo mejor, es cosa de afición: desde luego -y eso tuvo oportunidad de decirlo ante un Tribunal de Justicia- si pinta de comestible, redondo y negro, mejor morcilla que caviar. ¡Qué duda cabe...!

Nuestro carnicero Marc tiene unas morcillas de cebolla que, como no podía ser de otra manera, están muy ricas, así que no procede andar en más elucubraciones ni búsquedas complicadas.

Tomamos un par de morcillas, les quitamos las puntas y las cortamos en dos, en redondo. (Las puntas se pueden desechar o, como hizo el autor, se pueden comer en crudo y ¡Santas Pascuas!.








Llevamos a la sartén, sin aceite, una rebanada de pan por cada trozo de morcilla, y damos fuego lento para que calienten y tuesten un poquitín








Cuando el pan está en sazón, lo retiramos y añadimos los trozos de morcilla que depositamos por el lugar del corte. Seguimos a fuego mínimo y, ahora, añadimos unas gotas de aceite de oliva.








Cuando están hechos (pongamos que cuatro minutos por cada lado), depositamos sobre las rebanadas de pan. En algunos, ponemos un trozo de pimiento asado. En otros, no. Pinchamos con un palillo y sacamos a degustación de los comensales.







Que sea de gusto.




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