domingo, 11 de agosto de 2013

Arroz de verduras



Hoy preparamos un arroz de verduras, que es vianda sabrosa y salutífera.






Presentamos los ingredientes: necesitaremos un tomate maduro por cada comensal, y medio diente de ajo, asímismo, por comensal...






... un cuarto de pimiento verde y otro cuarto de pimiento rojo por comensal ...






... una gírgola por comensal, que es seta cultivada que anda a medio camino entre el champiñón y la seta de cardo, y que nos dará aroma y sabor al guiso...






... y un par de cucharadas de guisantes y otro tanto de vainas (judías verdes) troceadas en cachos como de un centímetro, siempre por cada comensal.






Empezamos poniendo al fuego medio (que no abandonaremos hasta echar el agua, que ya llegará) una cucharada cumplida de aceite por comensal.






Echamos el pimiento rojo cortado a tiras, a que fría debidamente.







Mientra se fríe el pimiento rojo, cortamos el pimiento verde en cuadraditos pequeños, pero que se vean y se noten






Cuando los pimientos rojos ya se han frito...






... los retiramos y reservamos.






Echamos el pimiento verde, las vainas y los guisantes a la paellera (seguimos, eso ya se sabe, a fuego medio).






Cortamos en bien pequeño la gírgola (una por comensal) para que queden trozos del tamaño, más o menos, del grano de arroz crudo. La razón es que los hongos guisados tienen una textura resbaladiza que no a todo el mundo le gusta, problema que obviamos cortando en bien pequeño.






Cuando han sudado un poco las verduras, añadimos las gírgolas así troceadas a la paellera, y echamos una pulgarada de sal por comensal. Es importante ajustar el tiro porque el arroz es muy soso, las verduras guisadas tienden a endulzar y, además, el arroz ya guisado no acepta más sal. No llega a diluirse y salar. Si no hay hipertensos entre los comensales, lo mejor es una pulgarada por comensal; y si hay hipertensos, lo mejor es hacerles otra cosa. Con las gírgolas, echamos el ajo cortado bien pequeño.






Mientras pochan las verduras y las  gírgolas, rallamos los tomates (uno por comensal).






Cuando las verduras están hechas, lo que testimonia el aroma y el aspecto (más o menos un cuarto de hora) añadimos el tomate rallado.






Mientras se hace el tomate, disponemos el arroz necesario, que será entre una y dos tacitas de café (de las de moka) por cada comensal, según su saque.






El tomate que hemos echado añade líquido (sus propios jugos) que nos servirá de testigo: Cuando el caldo del tomate desaparezca y la paellera seque y sólo se vean verduras y aceite, ha quedado hecho.






Añadimos el arroz (recuérdese que seguimos a fuego medio) y lo vamos rehogando...






... dándole buenas vueltas con la cuchara de palo hasta que los granos se vean rehogados (unos cinco minutos).






Entonces, añadimos el agua, a razón de tres tazas por cada taza de arroz, y añadimos las tiras de pimiento rojo frito que teníamos reservadas, y subimos el fuego a fuerte.

Es bueno insistir en la dosis. En los recetarios siempre sale que son dos tazas de agua por cada taza de arroz, y que debe cocer por veinte minutos. Eso, efectivamente, era así, pero algo ha debido pasar con las aguas, con los arroces o con los fuegos o con todo junto que ha evolucionado el paradigma: ahora son tres tazas de agua por taza de arroz, y cuece a los quince minutos. Cosas de la evolución.






A los quince minutos de fuego vivo, el arroz ya está hecho. Por si alguien tuviere alguna duda, lo denuncia el aroma y el aspecto casi seco, con algunas burbujitas desesperadas que salen por las toberas que encuentran por entre los granos del arroz, dando la sensación de que salen de un líquido viscoso. Cortamos el fuego...






... y dejamos reposar en la propia paellera por cinco minutos. (Ya se ve o ya se ha dicho, pero se insiste en que desde que se echó el agua y hasta terminar la cocción, durante los quince minutos, el fuego estuvo a su máxima potencia, y el arroz no se movió, ni con pala ni meneando la paellera: no hace falta).






Emplatamos






Que sea de gusto. 

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