domingo, 25 de agosto de 2013

Gambas a la plancha


Seguimos con la cocina de agosto, con nuestra pescadería cerrada por sus merecidas vacaciones y con la voluntad firme de seguir comiendo frutos de mar a satisfacción de los sentidos y la digestión. Hoy prepararemos unas gambas que hemos comprado congeladas en un proveedor de confianza, y las presentaremos a la plancha porque, en sede de gambas, cuánto menos, más.







Ponemos las gambas en una escurridera y las pasamos bajo un buen chorro de agua fría, y las dejamos descansar, mientras ponemos la plancha a fuego vivo para que tome mucho calor.






Con la plancha bien caliente, echamos las gambas sin más aditamento.






Cuando han perdido el exceso de humedad del congelado (lo que se sabe por lo que burbujea al principio) añadimos sal con generosidad sobre las gambas por el lado expuesto, y dejamos que se hagan lo justo, unos tres minutos, no más, desde luego.






Damos la vuelta y volvemos a salar con generosidad por el lado ahora expuesto por otros dos o tres minutos. Echamos unas gotas -gotas, insistimos- de aceite y dejamos medio minuto más.






Emplatamos.






Que sea de gusto.

Nota al pie: Técnica para chupar las cabezas de gamba sin mancharse los dedos: Se corta la gamba con tenedor y cuchillo justo por debajo del cefalotórax (el conjunto de cavidad encefálica y torácica que en las gambas es una sola) Se pincha con el tenedor por la parte proximal al pico, y por debajo, y se atrae el muñón del cogote a la boca que, debidamente sellada, puede sorber los jugos de la cabeza con una simple succión. Ya que estamos, mejor es no perdérselo.




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